viernes, 5 de junio de 2015

Regla de Oro o Pricipio de Alteridad Biblica (4ta Parte)

Llamados a ser Diferentes (4ta Parte)

“La regla de oro o principio de alteridad Bíblica”


 Pastor Obel Troconis
Febrero 2015

En los estudios anteriores hemos dicho que todo aquel que ha nacido de nuevo, de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo, y que por tanto ha pasado a ser "hijo de Dios", está llamado a ser diferente.

El apóstol Pablo decía:

hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya; ni que ya sea perfecto; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:13-14

Hermanos, si ponemos de nuestra parte, si estamos dispuestos a crucificar al viejo hombre con sus obras, si nos proponemos a leer sistemáticamente y con regularidad la Biblia y a reflexionar sobre ella; si oramos con constancia y perseverancia, y buscamos de su ayuda, Dios nos asistirá por medio del Espíritu Santo, y recibiremos "poder"... (Ahora bien, no el poder para materializar carros último modelo en tu casa por medio de la confesión positiva, o para decretar que se abra un lago en dos; sino poder para vivir como a Dios le agrada); para ser diferentes a aquellos que no tienen a Cristo en su corazón.

Como hijos de Dios tenemos todas las herramientas que se necesitan para vencer al mundo, y vivir una vida feliz y victoriosa bajo cualquier circunstancia; de manera que podemos decir con firmeza:

He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.

Sé vivir en escasez, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:11-12.
Hemos venido diciendo que la vida cristiana se desarrolla en dos dimensiones, la vertical que tiene que ver con Dios y la horizontal que tiene que ver con el prójimo. En este sentido, el tercer discurso que contiene “El Sermón de la Llanura” descrito en el capítulo 6 de Lucas que hemos estado estudiando, es el que se conoce más comúnmente como "la regla de oro" o en términos más filosóficos: "el principio bíblico de la alteridad".

Este tercer discurso se desarrolla, en torno a los versículos 29 al 31 y presenta una intercalación o continuación en el v. 38.

Leemos en estos pasajes lo siguiente:

29al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra;
Y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues.
30a cualquiera que te pida, dale;
Y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva.
31y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.
[Por tanto] 38dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.

 La primera parte del v. 29 no debe ser tomada (en términos estrictos) de forma literal. Para interpretar este pasaje de manera más consistente, debemos tomar en cuenta la manera de enseñar de los rabinos y maestros judíos de los tiempos de Jesús. Una de sus estrategias pedagógicas favoritas, era la de enseñar un principio usando para ello una hipérbole (esto es, una exageración o situación límite), y extrayendo de ella el sentido opuesto. En este caso concreto, "presentarle la segunda mejilla al que te hiera la primera" es una forma hiperbólica de decir, no pagues a nadie que te ofenda (o te hiera) con la misma moneda.
Visto de esta manera, notamos que el principio que se quiere enseñar es este: el de la no-retaliación; es decir, no debemos tomar represalias; no paguemos mal con mal.
En los tiempos que estamos viviendo, este concepto es central en todos los ámbitos de la vida. Todos padecemos de esta fea tendencia. Si alguien nos perjudica, el instinto natural inmediato es el de la
retaliación, el de tomar represalias. Una pequeña ofensa, y de inmediato la venganza, incluso el daño corporal, sin excluir el homicidio. Esta tendencia a la ira y a la violencia, está en lo más profundo de nuestra naturaleza humana; veamos, por ejemplo, cómo reaccionan los niños. Desde la edad más temprana tenemos este deseo de venganza; es una de las consecuencias más odiosas y feas de la caída del hombre y del pecado original.
Si hay algo que podemos aprender de la historia de la humanidad; y aun de lo que hemos podido experimentar en nuestras propias vidas, es que la venganza y la retaliación siempre hacen más mal que bien.
Hermanos, lo que Jesús nos quiere enseñar en este pasaje, es que cuando alguien nos quiere tentar incitándonos a la agresividad; o percibimos que nos quiere involucrar en una situación conflictiva. No debemos caer en la tentación, ni tampoco reaccionar en los mismos términos que se nos están planteando.
Actuar así, como Dios manda, no quita nada a nuestra personalidad; más bien le añade, y mucho. Es justamente a esto, a lo que se refiere el siguiente proverbio bíblico:

Las personas sensatas no pierden los estribos; más bien, se ganan el respeto pasando por alto la ofensa. Pr 19:11 [NTV]

Mateo añade:

No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra... Mt 5:39

Es decir, que ni siquiera debemos resistir al que es malo, al que actúa contra nosotros con agresión (en especial, si sabemos de antemano que dicha persona tiene la tendencia a actuar mal).

Queridos hermanos, si pudiésemos aprender a pasar por alto la ofensa; ¡cuántos problemas no nos ahorraríamos! No perderíamos fácilmente los estribos, y nos ganaríamos el respeto de la gente.

La enseñanza que se quiere resaltar en este pasaje es esta: trata de evitar los conflictos, las peleas y los problemas, a toda costa. Y si aun así te agreden en cualquier forma, es preferible asumir el oprobio, y encomendar nuestra causa a Dios. La Biblia es muy clara a este respecto:

17no paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres..... 19no os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Romanos 12:17,19

Como vemos hermanos, éste es un mandamiento difícil. No es fácil "poner la otra mejilla", pero se hará muchísimo más fácil de cumplir, si entendemos los pasajes siguientes:

21pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 22el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; 23quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente. 1Pedro 2:21-23

Y en esto, Pedro tiene en mente el siguiente pasaje del A.T.:

Oh Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos, que ves los pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque a ti he encomendado mi causa. Jeremías 20:12

Veamos también:

Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Hebreos 10:36

¿Y cuál es la promesa en este contexto? Que el Señor vengará tu causa cuando se te abofetee injustamente y hayas decidido encomendar tu causa a Dios; y además de esto, heredarás la vida eterna.

Continuemos ahora con el verso 30 de Lucas 6:

30a cualquiera que te pida, dale; Y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva.

¿Quiere decir esto que a cualquiera que nos consigamos en la calle le vamos a dar dinero, y cualquiera que nos quite algo, lo vamos a dejar perder? En parte si, y en parte no. ¿Cómo es esto, dónde ponemos los límites?

Ayuda a esta interpretación aplicar el mismo criterio sobre la manera en que los rabinos y maestros judíos enseñaban.
Lo que aquí se quiere enfatizar, es que no le neguemos la ayuda a nadie que esté necesitado, aun si en ocasiones eso implica salir de nuestro círculo de confort, o perder algo de lo que tenemos.
A continuación, se nos presenta en el verso 31 la llamada "regla de oro" de la vida cristiana, en lo que respecta a relacionarnos con el prójimo. Leámoslo:

y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.

En otras palabras, haz a los demás lo que quieres que hagan contigo.
Este pasaje contiene el principio que le aporta el sentido completo al segundo mandamiento. Este famoso principio: "la regla de oro" es la base fundamental sobre la que descansa toda la "ética cristiana".

Este principio no consiste en "no hacer lo malo"; ni siquiera en "no hacer nada". Consiste en "hacer algo", "hacer lo bueno"; es una ética positiva; pro-activa; no pasiva, ni tampoco neutra. Significa vivir con la conciencia de que existen otros a nuestro alrededor, y que esos "otros" no deben ser ajenos a nosotros.
"La Regla de Oro" te impulsa a mirar al otro, a interesarte por él; a ponerte en su lugar cuando éste lo necesita. Y así, de la misma manera que tú anhelarías que alguien te ayudara en esas circunstancias, así el otro anhela que le ayudes estando en ella; y es esto lo que te mueve a actuar.

Esta propuesta de conducta humana que Jesús plantea acá, es la absoluta negación de la indiferencia y de la indolencia; es verte tu reflejado en la necesidad del otro, y esto es motivo suficiente para ayudarlo; y hacerlo, sin esperar nada a cambio.
Esta es la verdadera filosofía de la alteridad. Dicha filosofía ya está planteada en la Biblia desde hace 2000 años. Por otro lado, es apenas hacia finales del siglo XVIII con Adam Smith, y más formalmente a partir de la segunda mitad del siglo XX con Emmanuel Levinas, un judío lituano, que los filósofos contemporáneos comenzaron a reflexionar sobre este tipo de ética.

Sin embargo, es interesante notar que un principio similar lo habían planteado ya varios pensadores a través de la historia:

Ø Isócrates, el famoso pedagogo griego, enseñaba: "aquellas cosas que te hacen enojar cuando las sufre de manos de otros, no la hagas a otras personas."

Ø Los estoicos tenían como una de sus reglas básicas la siguiente: "lo que a ti no deseas que te hagan, no la hagas a los demás."

Ø Confucio, el pensador chino del siglo V a.C., cuando se le preguntó: "¿hay una palabra que puede servir como regla práctica para la vida?" respondió lo siguiente: "lo que no quieres que te hagan a ti, no hagas a los demás."

Ø Filón, el gran filósofo judío de Alejandría, dijo: "lo que tú odias sufrir, no lo hagas sufrir a nadie."

Todas estas máximas, tienen en común una cosa: enfatizan una ética negativa, todas giran en torno a "no hacer”. La ética de Jesús es diferente, es pro-activa, nos invita a la acción positiva: haz al otro lo que quieres que el otro te haga a ti.
Lo primero, si se quiere, no es muy difícil, no hay mucha complicación en "no hacer nada"; lo difícil es hacer.

Y Jesús trae este principio ético a colación, porque era una enseñanza emblemática de uno de los sabios más famosos de Israel en ese tiempo, el rabino Hillel. Éste enseñaba como regla de conducta justamente este dicho de no hacer a los demás lo que no quieres que te hagan a ti.

Como vemos, Jesús mostraba con esto que era más sabio que los mejores sabios de la historia de Israel.

Ahora bien, este principio puede ayudarnos a entender mejor lo dicho en el v. 30: a cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Si te pones tu en el lugar del que pide prestado, vas a devolver lo que te prestan, y si no lo devuelves, es porque tu lo necesitas, y el que lo presta debe estar dispuesto a entender eso, y a no sentir nada malo en su corazón, así como tú lo entenderías y no sentirías nada malo en tu corazón, si aplicas La Regla de Oro.

Y para concluir, con esto en mente, leamos el versículo intercalado más adelante, el pasaje del verso 38, el cual le da continuación y cierre, a lo antes planteado:

Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.

No hay nada en este mundo que se haga o se deje de hacer que no reciba su justa retribución. Si usted cree en Dios, tiene que creer también en esto; es una verdad claramente expresada en la Biblia:

No os engañéis; Dios no puede ser burlado: todo lo que el hombre sembrare, eso también cosechará...
no nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos.
así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos... Gal 6:7-10

Hermanos y amigos, no olvidemos nunca lo que este pasaje dice:

Todo lo que el hombre sembrare, eso también cosechará.

Si siembras rechazo, violencia, malos tratos, ofensas, maldiciones; eso es lo que vas a recoger. Y por lo general lo harás cuando ya estés viejo. Cuando más necesites cosechar cosas buenas. Yo he visto gente que muere prácticamente sola en una cama, sin nadie a su lado, ya próximos a la hora de partir de este mundo, es cuando se dan cuenta que están cosechando lo que sembraron durante toda su vida. Esta es una realidad dura, de la que no se puede escapar. Pero por otro lado, si siembras amor, respeto, tolerancia y cosas buenas, eso también recogerás.
Por algo dice claramente la Palabra de Dios:

Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. 31Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.

Dios les bendiga

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