Llamados a ser Diferentes (2da Parte)
“Viviendo como hijos de Dios”
Pastor Obel Troconis
Febrero 2015
Como dijimos en la enseñanza anterior, la fe cristiana se desarrolla dentro de una doble dimensión. Una vertical o espiritual y otra horizontal o moral. Decíamos que la dimensión moral de la vida cristiana estaba sustentada fundamentalmente en dos principios bíblicos.
El primero en Romanos 12:2
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…;
y el segundo representado por el segundo mandamiento:
amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mt 22:39).
Ahora bien, ¿qué significa "amar al prójimo como uno mismo"? Y más importante aún, ¿cómo implementamos este mandamiento de forma práctica en nuestra vida; en nuestra conducta diaria?
Estas dos preguntas, se encuentran claramente respondidas en la Biblia. Y uno de los lugares donde esto se explica más clara y contundentemente es este pasaje del Evangelio de Lucas capítulo 6, versos 20 al 49, al cual hemos nombrado como "el Sermón de la Llanura".
Este sermón se desarrolla en 29 versículos y dentro de éstos se narran cinco (5) discursos. Para poder entender bien el mensaje que Dios nos ha querido transmitir en cada uno de ellos, debemos tener en cuenta una característica muy particular en ellos, y muy propia de la forma de hablar de Jesús, cuando estuvo acá en la tierra: la presencia de intercalaciones, es decir, la presencia de discursos o narrativas menores dentro de un discurso o secuencia narrativa mayor.
¿Cómo se presenta esto? Veamos:
- El primer discurso, que podríamos denominar el "Principio de Retribución", se distribuye entre los versículos 20 al 26; en el 37, y en los versos 41 al 42.
- El segundo discurso, al que podemos llamar "Viviendo como hijos de Dios", se distribuye entre los versículos 27 y 28; y presenta una intercalación entre los versos 32 al 36.
- El tercer discurso, al que podríamos denominar "La Regla de Oro" o "El Principio de Alteridad", se narra entre los versos 29 al 31; y presenta una intercalación en el versículo 38.
- El cuarto discurso, al que podemos llamar "Por los frutos los conoceréis", comienza en el versículo 39; y se retoma entre los versículos 43 al 45.
- El quinto discurso, al que podríamos llamar "El Principio del Buen Discípulo", se narra en el versículo 40; y presenta una intercalación entre los versículos 46 al 49.
Determinar el principio y el fin de estas cinco (5) narrativas o discursos, así como la forma en que éstas se encuentran estructuradas y conectadas, es fundamental para la correcta interpretación de lo que Dios nos quiere enseñar en ellos.
Vale acotar además, que el Señor Jesús al desarrollar este sermón de esta manera, estaba utilizando la misma estrategia pedagógica usada por los maestros y sabios judíos de su época, pero llevándola a un nivel muy superior, mostrando con ello que su sabiduría no provenía de este mundo, sino que le era dada de arriba.
Continuemos leyendo la Palabra de Dios en los versos 27 y 28:
27pero a vosotros los que oís, os digo:
Amad a vuestros enemigos,
Haced bien a los que os aborrecen;
28bendecid a los que os maldicen,
y orad por los que os calumnian.
Amados hermanos, para las personas del mundo esto es una locura. Es totalmente contrario a la lógica humana. Pero nosotros como cristianos, no podemos actuar así. Los cristianos estamos “llamados a ser diferentes”.
Pero, ¿Qué quiere decir la Biblia cuando se nos dice que tenemos que amar a nuestros enemigos? La respuesta la encontramos en dos principios bíblicos.....
El primero, decíamos, está en Romanos 12:18
…en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.
El segundo principio tiene que ver, con la palabra "amar" en el texto original griego de este pasaje, ya que el término utilizado acá es "agápe". Esto es extremadamente importante y revelador por la siguiente razón: en el español, cuando escuchamos la palabra "amor", el significado primario con el que asociamos dicha palabra es con aquel sentimiento que evoca o enfatiza lo "afectivo", lo "emocional", el "cariño", el "sentirse bien con alguien o con algo”.
Todos estos sentimientos, presentes en la amistad o fraternidad, se basan en la idea de reciprocidad, en la cual el afecto o cariño se ve correspondido.
Pero en el griego del Nuevo Testamento, para este tipo de amor, no se usa la palabra "agápe", sino que se utiliza otra diferente: la palabra filía (de donde viene, por ejemplo, la palabra filadelfia: amor fraternal).
Para entender bien este pasaje de Lc 6:27, debemos diferenciar bien estas dos formas de amor: el amor "filía" y el amor "agápe". Filía denota, principalmente, un sentimiento agradable, como el afecto que se siente hacia un buen amigo. Hace referencia a ese tipo de amor en el que prevalece lo emocional/sentimental por encima de lo reflexivo, prevalece "el corazón" por encima de "el entendimiento"; el disfrute más que la obediencia. Y es que la obediencia no se maneja con el corazón; se maneja con la mente, con el entendimiento.
Dentro del contexto bíblico, el amor filía es dirigido por el corazón, por los sentimientos; el amor agápe es dirigido más por la razón, por la fe, por el agradecimiento que el cristiano siente hacia Dios cuando ha entendido y comprendido lo que significa la gracia y la salvación.
El que ama, en el sentido de filía (o de alguno de sus derivados) lo hace porque obtiene de ello algo a cambio; se experimenta un gozo, algo que se disfruta; y es por ello que existe en esta forma de amor la idea inherente de retribución. Por esta razón "filía" se traduce como "amistad" (por ejemplo, en Santiago 4:4
¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
Otros ejemplos se encuentran en pasajes como Rm 12:10; 1Te 4:9; Heb 13:1; 1Pe 1:22 y 2Pe 1:7.
Pero "agápe" (palabra usada en el v. 27 del "Sermón de la Llanura") denota una idea un tanto diferente. No enfatiza tanto el afecto, se fundamenta más bien en la obediencia, en aquello que es "correcto"; en el "deber ser". Y aun cuando está estrechamente relacionado con “filía”, no son lo mismo.
“Agápe” está más asociado con lo moral o espiritual, que con lo emocional/afectivo. Es más bien una "disposición"; un "acto" consciente de la voluntad, que entiende el amor como un asunto de principios, y que tiene como característica fundamental privilegiar más el bien del otro que el de uno mismo. Es el tipo de amor que se da sin esperar nada a cambio, y donde el deber, basado en la obediencia a Dios, es lo que verdaderamente importa, estando muy por encima de los beneficios particulares.
Es el tipo de amor que nos impulsa a ayudar a alguien que está en necesidad aun cuando no le conozcamos, o incluso si es nuestro enemigo. En conclusión, se hace el bien por "amor obediente"; por "agápe”, no por “filía”.
Es por ello que en 2Pe 1:5-7 se hace esta distinción y se incluyen los dos tipos de amor. Leamos:
5...añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7a la piedad, afecto fraternal [filadelfia]; y al afecto fraternal, amor [agápe].
Lo mismo sucede en Jn 21:15-17
15cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro:
Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? [la referencia es a agápe]
17le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? [la referencia es a filía]
Ahora bien, cuando la Biblia nos pide "amar a nuestros enemigos", no nos dice que tenemos que sentir afecto hacia éstos, como el que se siente por el cónyuge, por un familiar o por un amigo; o porque esa persona se lo merezca. El tipo de amor al que se hace referencia en el segundo mandamiento, es aquel que se da por obediencia a Dios, porque es él quien te lo pide, y porque es Dios ─y no la persona─ quien lo merece, en virtud de lo que él hizo por ti y por mi sin que tampoco nos lo mereciéramos.
Por otro lado, es necesario recordar que es de Dios, y no del hombre, de quien recibiremos la retribución:
Mía es la venganza y la retribución... Dt 32:35a
No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
Rm 12:19
¿Y cómo se expresa este amor de forma concreta? Cuando esa persona, que ha optado injustamente por vernos como su enemigo, se encuentra en necesidad o en problemas, y estando en nuestras posibilidades ayudarlo, lo hacemos sin pensarlo dos veces, y sin esperar nada a cambio.
De lo contrario, estarás demostrando que no eres diferente a los del mundo; que no estás revestido del nuevo hombre. En este sentido la Biblia nos dice en Santiago 4:17:
…y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es contado como pecado.
Sin embargo, uno puede sentirse tentado a pensar que mostrando una total indiferencia al enemigo y no haciéndole ningún mal estamos actuando cristianamente. Permítame decirle que no es así de sencillo. No es sólo hacerle mal al prójimo lo que Dios considera pecado, lo es también no hacerle el bien.
Es por ello que en esa misma narrativa de Lucas 6 se nos dice en los versos 32 y 36 lo siguiente:
32porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. 33y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo.34y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. 35amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. 36sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.
Y es en virtud de esto que la Biblia enfatiza en Romanos 12:20:
…Si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber....
Esto no es actuar como bobos como dice la gente, no, de ninguna manera, esto es actuar como verdaderos hijos de Dios.
Así que hermanos y amigos, si obedecemos a Dios en lo que respecta a este mandamiento, mire lo que la Biblia añade en este mismo versículo de Rm 12:20
Si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber. Pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza [es decir, harás que la cara le arda de vergüenza, como lo dice otra versión].
Esto es lo que el amor “agápe” significa, y es justamente a esto, a lo que se hace referencia en 1Co 13:4-7
El amor es sufrido, benigno; no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece; 5no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Sí es posible amar al prójimo, aun a nuestros enemigos, como Dios manda: como a nosotros mismos. Y lo es, porque tenemos la mente de Cristo, porque tenemos el poder de la oración, y porque Dios nos ha dado su Espíritu Santo que nos da el poder para hacerlo. Si se puede. Y la mejor manera de lograrlo es haciéndolo, es disponiendo nuestra mente y nuestro corazón a hacerlo, hasta que se convierta en un hábito automático en nuestras vidas.
Y esto queda claro en el siguiente pasaje:
9no nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. 10así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Gal 6:9-10
Si entendemos, creemos y aceptamos todo lo que acá hemos analizado por la Palabra, no nos resultará difícil cumplir con el resto de los mandamientos que se plantean en este discurso:
Hacer bien a los que nos aborrecen;
28bendecir a los que nos maldicen,
Y orar por los que nos calumnian.
Pero además, tampoco nos resultará difícil no pagar con la misma moneda, ni reaccionar en los mismos términos en que se nos ataca, por muy injusta e inmerecida que sea la agresión.
Este mismo principio, es el que señala el apóstol Pablo cuando le escribe a los Romanos diciendo:
No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres... No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
Rm 12:17,21
Es el Señor el que dará la justa retribución, porque Jehová, el Dios a quien servimos, Dios justo es.
Como lo dice también Isaías 30:18 en su parte final:
... Porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que en él confían.
Concluyo esta segunda parte de la serie con esto:
35amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo.
Dios Les Bendiga.
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